Esta noche estaba viendo el documental El
oficio de cantar de Daniel Serrano protagonizado por Ismael Serrano y
la grabación de su último disco y escuchando a Pablo Guerrero pensaba en
algo que vengo meditando toda esta semana. Él explicaba con una ternura
infinita la sensación que experimentó en cierta ocasión en que vió en
la calle a alguien que atesoraba un disco suyo entre las manos, cómo
incluso siguió a esta persona durante un rato por la calle hasta que le
perdió la pista entre la gente que caminaba por la Gran Vía...
Pensaba yo esta semana en la cierta necesidad que tenemos, unos más que
otros, de reconocimiento público, y cuando digo público no me refiero
precisamente al gran público a una gran masa de gente, a veces basta con
el reconocimiento de una única persona; y cuando digo reconocimiento no
me refiero a grandes aspavientos a grandes menciones...
Pensaba en esa cierta sensación de orgullo que sentimos y nos gusta sentir ante el trabajo bien hecho y reconocido...
La palabra orgullo tiene tantas connotaciones y en tantas ocasiones tan
negativas que a veces produce pudor pronunciarla y casi nunca nos
atrevemos a reconocer que estamos contentos con lo que hemos hecho, que
nos halagan las respuestas positivas...nos revestimos de una modestia
que a veces no nos deja crecer y llegar hasta donde seríamos capaces de
llegar si no nos lastraran tantos años de educación pudorosa...pero eso
es otro tema para otro día...
Lo que me viene ocurriendo en las últimas semanas es que vengo
recibiendo muchas críticas positivas hacia mi trabajo y hacia algunas
de mis aficiones..
En mi trabajo soy valorada por mis compañeras de forma muy positiva y eso me gratifica muchísimo...
Creo que en el fondo tengo algo en mi de alma de artista...pero toco
muchos palos y en realidad ninguno de esos palos suena del todo
bien...
Dirijo teatro para niños y
niñas de tres a doce años, me aportan tantas satisfacciones que hago
mios sus éxitos ...hago míos los aplausos que un público entregado
les dedica...y me siento bien
Bailo danza española en un grupo amateur , tan amateur que sólo
vienen a nuestras actuaciones familiares y amigos, y cuando el
auditorio se viene abajo en aplausos me siento bien, muy bien; en
ocasiones preparamos episodios teatrales que itercalar con las
actuaciones de danza, van tres años en que me he atrevido, más bien he
osado, a cantar y me he sentido bien...
Escribo en un blog, este que leeis, y que como siempre digo me
cerrarán por falta de visitas...pero cuando me decís que os gusta lo
que escribo, cuando alguna de las personas a las que admiro leen lo
que escribo, lo comparten o me dicen que les gusta me siento bien, casi
floto...
De vez en cuando realizo trabajos plásticos y artesanales y cuando
alguien me dice que están bien, que les gusta, me siento increiblemente
bien...Cuando alguien valora mis pinturas, mis fotografías, mis posters,
mis poemas, aunque estos sólo los he compartido con Ignacio... ( Un hombre elegante ) me siento bien...
La otra noche tras una cena familiar que se alargó con copas hasta la
madrugada una de mis primas, Paloma P. , me dijo que gracias a una
recomendación mía había leído "Los trece relojes" y le había
encantado...(podeis echar un ojo a la entrada libros mágicos ) y también me sentí muy bien...
Y todo esto siendo una vergonzosa recalcitrante...¿qué será de los
mortales con un nivel más bajo de timidez?Se que muchos os
identificaréis otros juraréis que no os pasa y de estos últimos sólo la
mitad estarán diciendo la verdad...pero a mí no me importa, justamente
hoy que os hablo de algo que ahora empiezo a considerar tan íntimo que
nunca lo había comentado con nadie...
La cuestión es que durante esta semana también he recibido unas cuantas
curas de humildad... he visto cómo cosas que creía poder dominar en un
suspiro me han hecho resoplar en numerosas ocasiones, he visto cómo algo
que creía poder controlar sin problemas se me iba de las manos... y he
comprobado también cómo sustituyendo mi supuesta genialidad por trabajo
he obtenido muy buenos resultados y entonces me he vuelto a sentir
bien...
Creo que todo esto está ligado de forma íntima con el orgullo pero un
orgullo sano, un orgullo equivalente a felicidad por el trabajo y las
cosas bien hechas, no ese tipo de orgullo que nos impide avanzar y nos
vuelve avaros para con los demás y nos enrancia el alma. He aprendido a
pedir perdón, a reconocer mis errores a confesarme débil de todo corazón,
sin falsas modestias ni pudores ancestrales...
Yo que padezco de la más patológica timidez (que hasta llamar por
teléfono al restaurante chino me da vergüenza) estoy aquí abriendo mi
corazón ante vosotros, los que me conoceis y los que no... de entre los
segundos puedo perder lectores y de entre los primeros...no sé...no
quiero pensarlo porque me da mucha vergüenza imaginaros leyendo esto...
En fin, que escribo todo esto y por alguna razón me siento libre y eso también me hace sentirme bien...
Hoy voy a dejaros con una canción de Pablo Guerrero, con quien abría
esta entrada, acompañado por Ismael Serrado y Olga Román, viendo a
Guerrero en el documental me enamoré de su ternura, os regalo esta
canción de todo corazón:
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